tus muslos acarician mis piernas,
espigas de trigo que rozan
mi pecho hasta mis caderas,
humedad que refresca mi esencia,
tus suaves manos
se deslizan por mi pecho,
sonata de susurros,
de soñar despierto,
de húmedo placer,
de intensidad
que recorre todo mi cuerpo,
que nunca mengua…
porque así lo quieren…
tu boca y tu lengua.